dijous, 19 de juny del 2008

La luz fantástica, de Terry Pratchett


Era una noche tranquila, teñida por la promesa del amanecer. Una luna creciente acababa de ponerse. Ankh-Morpork, la ciudad más grande en las tierras que rodeaban el mar circular, dormía.

Bueno, esta afirmación no es del todo cierta.

Por una parte, los habitantes de la ciudad que solían dedicarse, por ejemplo, a vender verdura, herrar caballos, tallar diminutos y exquisitos adornos de jade, cambiar moneda y fabricar mesas, en general, dormían. A menos que tuvieran insomnio. O se hubieran levantado para ir al retrete, que todo puede ser. Por otra, la mayoría de los ciudadanos menos respetuosos de la ley estaban con los ojos bien abiertos y se dedicaban, entre otras cosas, a entrar por ventanas que no les pertenecían, cortando gargantas, robándose unos a otros, escuchando música alta en sótanos llenos de humo y pasándoselo muy bien en general. Pero la mayoría de los animales estaban dormidos, a excepción de las ratas. Y de los murciélagos, claro. Por lo que respectaba a los insectos...

El cas es que la descripción escrita rara vez es completamente precisa, y durante el reinado de Olaf Quimby II como patricio de Ankh se aprobaron algunas leyes en un intento decidido de poner fin a ese tipo de cosas y hacer que los informes fueran un poco más verídicos. Así, si una leyenda hablaba de un célebre héroe y decía que "todos los hombres admiraban sus proezas", cualquier bardo que apreciase su vida añadiría rápidamente "excepto un par de personas en su pueblo natal que le consideraban un mentiroso, y un montón de gente más que en su vida había oído hablar de él". Los símiles poéticos quedaban estrictamente limitados a afirmaciones como "su poderoso corcel era veloz como el viento en un día bastante tranquilo, pongamos Fuerza Tres", y cualquier comentario a la ligera sobre una amada con un rostro capaz de hacer botar mil barcos debía ir respaldado por pruebas de que el objeto de deseo tenía sin lugar a dudas cara de botella de champán.

Al final, Quimby fue asesinado por un poeta descontento durante un experimento realizado en los terrenos de palacio para demostrar la discutida precisión del proverbio "La pluma es más poderosa que la espada", y en honor a él se acordó añadir, "sólo si la espada es muy pequeña y la pluma muy afilada".

De acuerdo. Así que aproximadamente el sesenta y siete por ciento de la ciudad, quizá el sesenta y ocho, dormía.

4 comentaris:

mOntse ha dit...

Mmm encara no m'he llegit cap d'en Terry! M'han recomanat Dioses menores y Mort... A veure si agafo ganes... Petooons!

oru_llona ha dit...

Crec recordar que això ja m'ho has llegit :)

Al final em sabré tots els seus llibres sense haver llegit ni una línia!!

mOntse ha dit...

Els havien retirat del mercat... Fa com d'abril de l'any passat que no els tenien en cap supermercat!

mOntse ha dit...

A veure si actualitzeeeeeem! (vale, que no sóc la més indicada per dir-ho però jo ja ho he fet xD)